Por Nino Ramella
Hace algunos años el intendente de La Plata, Julio Alak, visitó a su par marplatense, Elio Aprile. Motivaba el encuentro conversar sobre “Santa Paula” la casa de Dardo Rocha allí en Garay y Lamadrid. Fui testigo de ese encuentro como presidente del Ente de Cultura, organismo que tenía bajo su órbita el área de Preservación.
Acompañé al intendente platense a recorrer la propiedad, cuasi destruída por aquel entonces. Las cubiertas casi habían desaparecido y las palomas se enseñoreaban en los interiores de toda la casa. “Existe una gran presión por parte de la comunidad, especialmente de la Fundación Dardo Rocha, para que aseguremos su preservación”. Así me lo dijo Alak, asumiendo que era la única propiedad del ex gobernador que aún se mantenía en pie.
De manera absolutamente extraordinaria, luego de que evaluáramos mil y una alternativas para salvarla y de docenas de visitas al predio, apareció una solución impensada. Un particular la compra para restaurarla. Fue milagroso. Se salvaba esa propiedad sin intervención directa de los presupuestos públicos.
No es necesario recordar a los marplatenses lo que significó Dardo Rocha para nuestra ciudad. Con sólo mencionar la llegada del tren a la ciudad y la construcción de lo que fue la estación nueva del Ferrocarril basta.
La casa tiene hoy un cuarto de manzana y es un enclave verde en una zona que su existencia valoriza y mucho.
Venimos de situaciones en la que una increíble indiferencia de actores sociales que deberían ser los primeros en custodiar nuestro patrimonio ofician de telón de fondo a la caída de bienes listados como bienes a proteger, uno tras otro.
El Honorable Concejo Deliberante con la iniciativa del Departamento Ejecutivo da de baja esas declaratorias. Pero no se queda ahí la cosa. Inmediatamente viene un pedido de excepción al código, que graciosamente se concede.
Ha trascendido que el Departamento Ejecutivo manda un proyecto para la construcción de casi cincuenta unidades de vivienda y locales comerciales en el predio de Santa Paula. Da risa pensar que alguien pueda argumentar que la casa va a preservarse porque no van a tirarla. Rodearla de nuevas construcciones y locales comerciales ¿no es arruinarla para siempre?
¿Cómo es posible que una decisión de semejante envergadura para la memoria de una ciudad, de una Provincia…se tome con la liviandad de mandar un expediente al Concejo Deliberante sin ninguna otra instancia previa de discusión? ¿Creen acaso en la Municipalidad que algo así merece tan sólo una reunión de Comisión en el Concejo? ¿Realmente se creen con la autoridad de rifar de la noche a la mañana un bien que deberíamos preservar todos porque no nos pertenece a nosotros sino que es, por historia y memoria, un derecho transgeneracional que también alcanza a las personas por nacer? ¿Es posible que una ciudad permanezca anestesiada, en silencio, dormida frente a semejante atrocidad?
Por ahora estas preguntas no tienen respuesta. Y, como dije al principio, instituciones académicas y profesionales, además de los partidos políticos, deberían esforzarse por tratar de que las respuestas no sean simplemente condolencias.